Budapest es un diamante, un diamante en bruto sin pulir y
que sólo si lo miras con atención consigues apreciar toda su belleza y valor.
Es la gran ciudad olvidada de Europa, lo tiene todo y sin embargo siempre está
relacionada con Praga o Viena, como si por ella misma no fuese capaz de
destacar.
A mí me parece una
gran injusticia para esta espectacular ciudad tratarla como la “hermana fea de
la novela”, no es justo y ni tan siquiera creo que tenga nada que envidiar a mi
adorada París, la arquitectura de Budapest es espectacular tanto como la
capital francesa, pero sin la Torre Eiffel para compensar eso a cambio
Budapest tiene el Danubio, el Castillo Real, los baños Széchenyi, cafés
preciosos, unos precios más que sugerentes y un aíre bucólico que lo rodea
todo.
Budapest sigue teniendo ese toque humilde de las pequeñas
ciudades atrapadas dentro de grandes imperios. Maltratada por todos, conserva
el aire bohemio y decadente de los años 20 y ese espíritu comunista, la mezcla
ha resultado y han logrado lo que parecía una fusión imposible. Es una piedra
preciosa dispuesta a ser pulida y el día en que esta ciudad florezca, lo hará en una explosión de color, estallará
como fuegos artificiales de esos que nos dejan a todos con la boca abierta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario