El otro día leí en algún blog a una chica que
contaba como en muchas ocasiones había salido a la calle, había visto una
blusa, un vestido o cualquier prenda de vestir y al instante había sentido la
necesidad de comprársela, y que al llegar a casa se encontraba con la sorpresa de que ya tenía algo muy parecido en el armario. Esta historia me hizo pensar y darme cuenta
de que esa misma situación la he vivido yo en más de un par de ocasiones.
Después de mucho pensar tomé una decisión, algo que
no quiero invitar a que lo haga todo el mundo, algo que quiero hacer yo para
sentirme mejor persona, por tanto quiero dejar bien claro que no pretendo daros
un discurso, sólo compartir con todos vosotros mi pensamiento. He decidido dejar de consumir a
lo loco, de comprarme ropa y calzado innecesariamente. He cerrado el grifo y
pienso aprovechar todo y cada uno de los medios con los que cuento en el
vestidor. Porque pensándolo seriamente, después de gastarme un pastón en ropa y
llegar a casa como 10 bolsas llenas, nunca me he sentido mejor que cuando salí
de casa, a lo mejor en el momento de entrar a la tienda, ver todo esa ropa me produce un momento de alegría transitoria, que puedo equiparar a una
borrachera de compras… en ese momento te sientes feliz, pero cuando llega la
resaca y el día después a la resaca se sigue siendo la misma persona. Comprar
como forma de evasión, es como beber por evasión. ¿Quién no se ha comprado
nunca algo que creía necesitar y sólo se lo ha puesto una vez? Después del
estreno esa prenda con la que te sentías tan atractivo, especial y diferente se
queda doblada en un cajón o colgada en una percha durante años, hasta que
decides hacer limpieza porque ya tu armario no da para más.
Es la misma sociedad en la que vivimos, la que nos
impulsa a gastar, a creer que necesitamos algo para ser más felices y que sin
lo que en realidad podríamos vivir perfectamente. Estoy cansada de los quiero y
no puedo, de vivir engañada por una ceguera generada artificialmente por el
mundo en el estamos sumergidos. No necesito nada material para ser feliz, la
felicidad se que no la encontraré en una tienda y que todas esas estúpidas
cosas sólo hacen que me sienta bien momentáneamente. La felicidad
la encontraré por mi misma, fuera de lo que el sistema me imponga, sin escuchar
lo que la demás gente opine.
El mundo ha cambiado mucho, muchas veces me
pregunto si para mejor…mis abuelos no necesitaban grandes lujos para ser
felices; mi padre pasó su infancia en una granja y según uno de mis tíos
aquellos fueron los mejores años de su vida, luego se mudaron a la ciudad y ya
nada volvió a ser igual. Estoy de acuerdo que el mundo tiene que evolucionar,
pero siempre que sea hacia algo mejor, porque tiene que haber algo mejor que
esta mierda en la que ahora estamos inmersos. Por eso yo pongo fin al consumismo, no quiero seguir formando parte de este circo, yo rompo con el consumismo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario