Al rico festival de verano

Hay dos motivos y si me apuras tres para ir a un festival de música. Ir a ver, dejarse ver y de paso escuchar música.

IR A VER

Para empezar, entras a estos recintos y te plantan un condón en la mano (se inteligente y mete la mano en la caja y si puedes saca dos o tres más), eso quiere decir que los organizadores del evento tienen en mente que la peña entra predispuesta a pillarse una tajada y tener sexo con el primer ser humano que te preste un mínimo de atención.

Una vez pasado el rito de iniciación al festival, tienes ante ti un micromundo con gente de diversas nacionalidades que te dispones a  estudiar con el mismo cuidado que lo hizo, el primer antropólogo europeo que pisó por primera vez cualquier isla del Pacífico Sur (digo Pacífico Sur porque mola un montón y aunque no he estado nunca seguro que es tope cool). Una vueltita por aquí, otro paseíto por allá e ir fichando a todos los guiris rubiales y potentorros del lugar y de algún que otro moderno “pseudohipster” nacional, a poder ser con flequillo largo y gafas de pasta (que para mi gusto son los que más molan).

DEJARSE VER

Este no es mi caso, cuando voy a un festi elijo la ropa más cutre que tenga en casa, sobre todo el calzado más destrozado que guarde por cualquier rincón, total se que me terminará cayendo por encima cerveza, kalimotxo y en el caso del País Vasco lluvia (así que directamente me recojo el pelo, que paso de terminar pareciendo una loca escapada de un centro de salud mental).

El caso es que veo a gente que se arregla de una manera sobrenatural para ir a un festival donde vas a terminar tirado por el suelo y con más manchas de bebida  que la barra de un bar y si me apuras en tu pechera caerá un gotarrón de grasa, procedente del bocadillo de chorizo de turno que te cenarás esa noche, menuda una manera de perder el glamour y la dignidad dos en uno.

El colmo de un festival, son las muchachas postadolescentes con shorts y sandalias ¿Sandalias? Sí, sandalias… no han debido de temer por la vida de sus pies, teniendo en cuenta que te vas a meter entre 30.000 personas a ver un concierto, no termino de ver práctico ir a un festival con sandalias, claro a no ser que quieras perder alguno de los dedos del pie (que también puede ser una opción).

La cuestión es que si no sois yo y queréis ir a un festival, tened en cuenta que tenéis que ir lo más cool y lo más moderno que podais, vamos que tienes que ser “lo más in, de lo in, de lo indie” así que si eres tía apunta: shorts vaqueros, camiseta de tirantes, chaleco de flecos, foulard y  botas de motero (a no ser que quieras perder un pie, entonces arriésgate con las sandalias) por favor complementos indispensables sombrerito de paja y gafas Ray-Ban (si fuera necesario y pese a poder quedarte ciega, no te las quites NI-DE-NO-CHE) uyuyuy se me olvidaba el pintalabios rojo IM-PRES-CIN-DI-BLE. Si eres maromo es fácil pantalón pitillo, camisa de cuadros y como complementos pulseritas de cuero, gafas Ray-Ban y gorrito (que uno sin gorrito en un festi NO ES NADIE).

Así que ya estás listo para dejarte ver e ir a ver. Un par de birras y ya está todo listo para dar una putivuelta al recinto tanteando al personal. Si te quieres liar con un guiri corres el riesgo de que esté tan tajado que haya incluso podido olvidar hablar su propio idioma y te intenté ligar en otro que el individuo considera, en su embriaguez, que domina con absoluta soltura(experiencia personal).

DE PASO ESCUCHAR MÚSICA

Si eres de este grupo, eres de los míos, te la pela las pintas que lleves, te la pelan todos los guiris del recinto (salvo que te toquen las tetas con total descaro), tu has ido allí a escuchar y ver a tus grupos favoritos que por un golpe de azar o del destino les han llevado a tu pueblo. Luego puede que te resulten unos pedorrones o den el concierto de tu vida y salgas del recinto con la sensación de haber vivido uno de los grandes momentos de tu historia personal, sales pletórico, más fan de lo que eras y con una mancha de chorizo en el pecho y duchado en cerveza. PALABRA DE MAITANE


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