lunes, 9 de julio de 2012

Verano en los 80


Con la que está cayendo es fácil ponerse sentimental. Es fácil mirar a los años 80, por aquel entonces era una niña que correteaba por las calles de un barrio en decadencia, en medio de la reconversión industrial.

Ya he contado que mi infancia no fue fácil porque sufrí acoso escolar, pero los veranos eran otra cosa, por aquel entonces las cosas estaban bien en casa y lo que más añoraba durante todo el año, era el verano, que llegase junio y cerraran las puertas del colegio para no tener que volver a ver a mis compañeros en 3 meses, todo era perfecto entonces.

La vida se resumía en levantarse tarde, ir a buscar al bar de sus padres a mi amiga Isabel desayunar cualquier cosa que no costaba más de 50 pesetas y bajar a jugar con los niños de la calle a la campa. Y por la tarde visita a las piscinas que costaban 100 pesetas entrar. Era una época dorada, los flases costaban 5 pesetas y los grandes 25, la vida me sonreía y la única preocupación que me pasaba por aquel entonces por la cabeza (literalmente) era que ningún otro niño me pegase  los piojos…y si no habéis cogido piojos que sepáis que no habéis tenido infancia, no había nada más temido que una madre dispuesta a despiojarte, con la peineta, el vinagre, el ZZ y el ORIÓN… de aquella mezclas que hacía mi madre no sé como no me quedé calva.

Pero sin duda lo que más me gustaba de esos veranos ochenteros era ir a Laredo en julio y los fines de semana de agosto cuando mi familia se reunía por las tardes para ir a cenar a una cervecera de la que aún estoy enamorada. Un pollo en la cervecera de Santurtzi, sobre todo si te lo servían en la terraza con vistas al Abra, era como tocar el cielo con los dedos.

Lo cierto es que mis veranos no tenían da de especial, sólo sé que los recuerdo con cariño, que hecho de menos aquellos años donde te podías comprar un flas por 5 pesetas y un poco marca MIKO por 25. Aquellos maravillosos años que lejos quedan ya.

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