viernes, 6 de julio de 2012

Y es que Lenin molaba un montón


Que yo nací y lo que es peor (lo digo por la edad que ya tiene una servidora) cuando Alemania estaba dividida en dos cachitos, es algo que todos sabéis, no es ningún secreto que yo tengo que 27 años… la cuestión es que a mi Alemania por aquel entonces, allá cuando contaba con 6 ó 7 años era  algo que me amargaba la existencia.

Mi madre, muy obsesionada ella por tener una hija culta, me enseñó las tablas de multiplicar por el año 86 y me explicó del mejor modo que pudo la situación geopolítica a escala universal… creo que eso sucedió el día que dije, literalmente “Joder, con el señor este que está todos los días de viaje” (el señor era Juan Pablo II) y claro ella como buena madre se vio obligada a llevarme por el sendero de la buena educación e ilustrarme.

El tema es que en aquellos años yo tenía una “grima” a los norteamericanos que no era ni medio normal “aquellos vaqueros matando indios, pobres indios y luego vietnamitas, pobres vietnamitas ¿Qué les habrán hecho estás pobres gentes para que les vayan matando a diestro y siniestro en todas las películas de la tele?” Yo, el tema norteamericano no lo veía y me confundía casi tanto como Alemania.  Y es que lo mismo que un día me quejé del “señor que estaba todos los días de viaje” un buen día se me ocurrió quejarme de los malos que eran los indios y mi madre nuevamente se vio obligada a contarme parte de la historia universal “No Maitane, los malos, no son los indios, son los norteamericanos. Que llegaron a América,  les quitaron sus tierras a los indios y ahora les tienen viviendo en reservas” QUE SHOCK, sí, sí con letras mayúsculas. Así que en mi cabeza lo tenía claro “¿De que van estos tíos? Siempre matando por el mundo, cuando no es un indio, pegan latigazos a una persona negra y sino van y se cargan a un vietnamita, pero ¿Qué mal ha hecho toda esta gente?”.

Así que el día que mi madre me tuvo que explicar que Alemania era un país dividido en dos, mi cerebro a poco se cortocircuita y explota “¿Un país en dos?, pero… la capital es Bilbao ¿No?”  (porque para mí Bilbao era capital del mundo entero, son cosas que pasan cuando sólo has visitado Zamora, Laredo y el País Vasco vamos que todavía no era una mujer de mundo). Yo no entendía nada, nadita, nada. Una guerra, unos señores muy malos a los que se llamaba NAZIS, cuyo jefe era Hitler, que se había unido con los italianos y con los japoneses y la habían liado parda, y para apañar el asunto un grupo de países crearon una alianza entre otros norteamericanos (o sea para mi los mata-indios), los franceses (esa gente que nos tiraban las cajas de fresa) los ingleses y la URSS para terminar con los malos, malísimos.  Y cuando la guerra terminó se formó un guirigay que pa’ que os cuento que terminó con un telón de acero (para mí literal) y un país repartido en dos la RDA cuya capital era Berlín y RFA capital Bonn. Y para colmo la capital de la RDA estaba repartida en dos y una parte era de la RFA y encima por si fuera poco estaba separada por un muro (lo que para mi era el telón de acero). Aquella cantidad de información se escapaba de toda lógica, era algo que me quitaba el sueño y me tenía pensando todo el día ¿Cómo se había generado ese lío? Allí estaba otra vez mi madre enfrentándose a una de mis preguntas y su respuesta era “Cuando terminó la guerra Berlín se quedó repartida en 4 trozos, uno por cada aliado (de los gordos) y un día la URSS decidió levantar un muro” claro que todavía no he explicado que para mi la URSS eran los buenos, así que tenía un odio sobrehumano a todo lo que fuera sobre todo americano, era normal que la gente de la URSS levantase un muro, si los americanos iban por ahí matando indios y vietnamitas. Por culpa de este jaleo que tenía veía a los alemanes de la RFA como colegas de los mata-indios. Menos mal que un día conocimos a Erik de la bodega, un alemán de la RFA y a su familia y vi que eran personas normales, con una bodega debajo de su autocarabana, pero normales dentro de la que cabe.

Unos años después a conocer a la familia de Erik de la bodega y ya con la ideas más claras sobre lo que había pasado en aquel país que tantas noches me había quitado el sueño, el 9 de octubre de 1989 me levantó mi madre de la cama y me dijo “Maitane, ven a ver la tele que algo muy importante está pasando” el muro de Berlín había caído para mi tranquilidad.

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